domingo, 23 de noviembre de 2008

Eduquemos para la solidaridad: Costa Rica lo necesita; nuestros niños también...

En todo tiempo ama el amigo,
Y es como un hermano........

Proverbios 17:17

Gilberth Salazar es un amigo de la Iglesia y Dios nos ha dado el enorme honor de trabajar junto a el. Es mas .... debo reconocer que lo admiro muchísimo y es un destacado profesor (perdón director) de una Institución Privada de Educación en San José, Costa Rica.

Aquí les muestro unos de sus ensayos, publicado en una prestogiosa revista, espero lo disfruten como lo hice yo también.

Eduquemos para la solidaridad:
Costa Rica lo necesita; nuestros niños también...

Los esfuerzos por gestar un modelo de educación basado en la vivencia de valores sociales, la lucha sin cuartel contra las explotaciones infantiles en trabajo, sexo y la urgencia en la vivencia real de derechos en niños, niñas y adolescentes, han logrado que el valor fundamental de la solidaridad empiece a dejar de ser un concepto abstracto y teórico. La solidaridad deja de parecer ligada a una emoción pasajera que hace que alguien done u ofrezca algo por un necesitado en un impulso que sólo dure un instante o unos minutos. Empieza a tener otro significado, parece sugerirnos otras cosas. Posee una fuerza etimológica inesperada, una posible solución... a casi todos nuestros problemas.

Esta nueva concepción de la solidaridad, la realidad de ver, en el caso de los jóvenes futuro de Costa Rica, el momento de la acción más que las palabras; nos expresa definitivamente un valor, nos expresa la necesidad del compromiso. Guarda dentro de sí el concepto de justicia, de cambio favorable y de comunidad. El concepto de solidaridad empieza a sugerirnos la posibilidad de transformar, de mejorar y no sólo de colaborar, de ayudar o de asistir, nos reta a la acción, a ser más que palabras.

Estamos logrando dejar atrás un período de indiferencia y de no participación: nuestra sociedad parecía estar refractaria a las necesidades de los demás y su capacidad de dar estaba retraída. Estamos vislumbrando entonces, lo que debería ser el próximo paso: ¿Cómo pasar los y las costarricenses de esta ráfaga de caridad, de esta respuesta puramente emocional y a veces pasajera, a una respuesta más permanente, más constante? ¿Cómo pasar de esta solidaridad emocional, de esta solidaridad de catástrofe a una actitud perdurable, sostenida en el tiempo, una determinación de toda la sociedad que contemple al prójimo de forma permanente?

Este tipo de madurez educativa, solidaria que puede alcanzar una sociedad, una comunidad, un país o un mundo en donde en forma permanente "se tiene en cuenta" a los más desprotegidos, es lo que se ha denominado una nueva cultura solidaria. Esto es educación para la prevención, no es lamentándonos como solucionamos la realidad en que vivimos, más que explicaciones y estadísticas de explotación, derechos y vivencias en niños y jóvenes, tenemos la opción de crear diferencia, de educar en solidaridad, educando así en una prevención que debe existir.

La cultura solidaria es el resultado de un individuo o de una sociedad que prestó atención a las necesidades de sus semejantes, que reflexionó al respecto y que decidió intentar transformar positivamente la situación de su prójimo necesitado. Es una respuesta concreta generada por la propia comunidad, a temas que la afectan y le preocupan: la escuela, los transplantes, el SIDA, las catástrofes, los ancianos, los discapacitados, entre tantos otros; por que no, la realidad de nuestros niños, sus derechos en algo más que una hoja, la prevención – nuevamente prioritaria- antes que las lamentaciones.

No pertenece a uno o a algunos. A todos nos abarca y a todos nos contiene: religioso, político, intelectual, empresario, social, privado y público. Es también imposible que sólo el sector político, sólo el económico, o que sólo las organizaciones encuentren una manera de desarrollar y difundir esta cultura de acción inmediata, que dé respuestas concretas y permanentes a los que viven y sobreviven con enormes limitaciones, sin valorar su futuro, sin contar las navidades, sino los días de vacaciones, oyendo de derechos en afiches y no en realidades.

Es complejo, es necesario, eduquemos desde niños, actuamos más, todo será siempre para lamentarnos menos...
Autor: Prof. Gilberth Salazar

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